
Con el aroma a vegetación, el verdor del follaje, el canto de las aves, y la percepción de humedad impregnando los sentidos, Edward James parece llevarnos a su propio mundo de imaginación, a ese que diseñó entre las sábanas en su rígida infancia, y que fortaleció en los recorridos por el orbe en calidad de hombre multimillonario: Y de repente estamos ahí, atrapados pero al mismo tiempo seducidos, en el sorprendente Jardín Escultórico de Edward James, en Xilitla.

Contrario a lo que erróneamente algunos lo denominan, el lugar no es un castillo ni tampoco perteneció a un inglés, porque su creador realmente nació en Escocia en 1907, hijo de un magnate norteamericano dedicado a los ferrocarriles y de una aristócrata inglesa; heredó dos grandes fortunas (la de su padre y la de su tío) y estudió literatura en Oxford, relacionándose e identificándose con el mundo bohemio y vanguardista.

James apoyó a principales exponentes del surrealismo como René Magritte, Salvador Dalí y Leonora Carrington (quien visitaría el lugar en 1964). En 1931 casó con Tilly Loch, una bailarina austriaca de la que pronto se divorció, dedicándose a recorrer el mundo e instalándose en 1940 en Estados Unidos. Cuatro años más tarde (en 1944) vino a México a visitar a un amigo, y en una oficina de telégrafos -en Cuernavaca- conocería a Plutarco Gastélum Esquer.

Aquel indio de sangre yaqui y vasca, originario de Sonora, se convertiría en su amigo y principal ayudante, diseñando juntos lo que ahora es el visitado jardín: Un conjunto de estructuras edificadas en concreto y materiales de la región, dentro de un extenso terreno atravesado por un río con cascadas, rodeado de selva, que James adquirió entre 1947 y 1949, y al que llamaría “Mi extraño edificio sin terminar”.

Con un ejército de más de 150 personas –entre carpinteros, albañiles y jardineros- convirtió en piedra aquellos sueños e ideas surgidas de su fantasía; en principio como un refugio para su enorme colección de orquídeas y como hogar para los animales exóticos que le fueron regalando (venados, ocelotes, serpientes, flamencos y otras aves). Se inspiró en la naturaleza principalmente, y luego dejó la mayoría de las formas inconclusas, para que ella misma terminara su tarea.

Así, el sitio nos recibe con sus senderos enmarcados en vegetación peculiar, subiendo por escaleras hasta pasar por la casa de los ocelotes y de los venados, junto al puente de la flor de lis, y observando desde la parte superior la zona de las pozas, para arribar a la emblemática plaza don Eduardo, donde sorprende una de las pocas estructuras en color, que no puede faltar en la foto del recuerdo.

Ya sobre los corredores, que parecen alfombrados especialmente para recibir a los visitantes, pero que en realidad es el trabajo de la naturaleza al paso del tiempo, veremos adelante: La casa de tres pisos que pudieran ser cinco; y pasando a un costado de la puerta de San Pedro y San Pablo (o guillotina), llegaremos hasta la maravillosa cascada “El general”, en la parte más distante del trayecto.

De regreso no podemos dejar de admirar la tina en forma de ojo, el cuarto del avión (o ballena), y el famoso palacio de bambú. Casi de salida todavía nos queda por conocer la carpintería y la escultura de las manos, además de la caminata junto a las siete serpientes (representando cada una los pecados capitales), cruzando el anillo de la reina, y visualizando desde abajo la representativa escalera al cielo.

Eso sí, la caminata debe hacerse con las precauciones necesarias y atendiendo las indicaciones del guía (que obligatoriamente deben contratar) toda vez que el lugar no fue concebido como un sitio para el turismo, y apenas se abrió al público en 1991 (siete años después del fallecimiento de James en 1984); en 2006 fue declarado monumento artístico por el Gobierno del Estado y en 2012 por el Gobierno Federal. Desde el 28 de mayo de 2007 lo adquirió la fundación Pedro y Elena Hernández.

En el lugar se han realizado diversos documentales y ha servido de locación para diferentes videos, destacando entre ellos “Try with me” (“Inténtalo conmigo”) de la cantante estadounidense Nicole Scherzinger La canción fue lanzada en el otoño de 2011 y el video fue filmado el 3 de octubre de ese mismo año por Aaron Platt y Joseph Toman.

Tres años después, en 2014, la famosa cantante veracruzana Yuri hizo lo propio, con el video de la canción “Invencible”, dirigido por Gustavo Garzón (quien trabajó con Alejandro Sanz, Chayanne, Shakira, y Ricky Martin, entre otros). Las grabaciones se efectuaron en el mes de febrero y fue estrenado en la primavera de ese año. De fechas más recientes está la filmación de escenas para la película "Leonora", estrenada apenas en septiembre de 2025.