PERIODISMO

CIUDAD VALLES Y LA HUASTECA
Julián Díaz Hernández

La icónica “Glorieta Hidalgo” en Ciudad Valles se transforma en una especie de anillo en predominancia color de rosa, que junto a un marco verde, parece cerrarse e integrar a un ecosistema peculiar: El viento pasea suavemente la alfombra de flores que han caído en el agua de la fuente, donde un tordo se detiene a saciar la sed; más allá una paloma acarrea palitos de las ramas para elaborar su nido, y una mariposa revolotea extasiada.

    A la derecha de don Miguel Hidalgo (en bronce, como impávido testigo) se extiende el camellón del bulevar México-Laredo, con su hilera de casi un kilómetro también vestida en rosa; a la izquierda, la misma máxima avenida continúa hacia el sur, con otros árboles florecientes en medio, que poco a poco sustituyen al controversial talado que una década atrás hizo el Ayuntamiento 2009-2012; en los alrededores el panorama rosado se extiende y prevalece.

  ANUNCIANDO LA PRIMAVERA 

La anterior es apenas una muestra de la forma como la primavera anuncia su llegada a la zona urbana de esta capital de la Huasteca Potosina, región donde el verdor se tiñe de un color característico a mitad de marzo y se prolonga hasta junio, poco antes del arribo del verano. Durante ese trimestre, las calles, los predios, los jardines, las plazas, y sobre todo los prados de las áreas rurales adquieren la tonalidad que nos recuerda el privilegio que tenemos de vivir en un paraíso.   

    En palabras del biólogo vallense Alejandro Aguilar Fernández, el palo de rosa en un árbol del trópico y subtrópico, que se localiza en grandes extensiones desde México hasta Venezuela y Ecuador (en Sudamérica), un rango bastante amplio a  lo largo del cuál varía sus denominaciones: En Oaxaca le llaman roble prieto, rosa morada en Campeche y en Quintana Roo, y los nativos huastecos le dicen “cul”.

    Es caducifolio, es decir, que sus hojas las desprende durante la época de sequía, la cual coincide con la de floración; ello propicia que la mayoría de los árboles eliminen su follaje en la misma etapa, y al estar desprovistos generan mayor lucimiento de sus flores. El periodo en el que tumban sus hojas es de marzo a junio, al igual que su floración, pero a veces algunos se pueden ver algunos adelantados en febrero.

    El especialista explica que un ejemplar adulto llega a medir en promedio de 15 a 20 metros, pero excepcionalmente se reportan árboles que sorprenden con una elevación de hasta 30 metros de altura. Las semillas del palo de rosa son fácilmente llevadas a través del aire, alcanzando distancias considerables, al tiempo que su adaptabilidad permite que se le encuentre entre muchos tipos de vegetación.

  MÁS ALLÁ DE LA BELLEZA  

 Generalmente el palo de rosa es de uso ornamental, pero también resulta apreciado por su madera fina y moldeable, “se hace triplay con ello, mangos para herramientas y hasta instrumentos musicales”, explica el investigador. Además posee valor medicinal: Se utiliza para bajar la fiebre, sus hojas y ramas hervidas hojas se usan para cicatrizar heridas, combate la diarrea, y la corteza cocida cura la diabetes, el paludismo y la parasitosis.

    Aguilar Fernández menciona además que en un kilo de semillas de palo de rosa, hay hasta 40 mil unidades, lo cual la hace muy abundante en los viveros, por su alto grado de germinación, y elevado potencial reproductivo (hasta el 80 por ciento); por si fuera poco, resulta una especie importante para la apicultura, porque son muy visitadas por las abejas en su proceso de producción de miel. Así que esta primavera ya tenemos más razones para admirarlo más allá de su inigualable hermosura.

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